26 de julio de 2015

Una reflexión a propósito del referendum griego


Las cuestiones meramente económico financieras no deben ser el único criterio para determinar si Grecia permanecerá o no en la zona euro. Es necesario tener en cuenta los esfuerzos de los griegos por permanecer en Europa y las penurias económicas y sociales que sufrieron al implementar los ajustes recomendados.

Luego de la Primera Guerra Mundial, por el Tratado de Versalles se impusieron enormes cargas a Alemania. Cargas que ocasionaron grandes penurias y más tarde el advenimiento de ideologías extremas y gobiernos totalitarios que desencadenaron la más tremenda tragedia del Siglo XX. Concluida la Segunda Guerra Mundial imponer las mismas cargas hubiese resultado impagable, por eso fue necesario reestructurar y realizar quitas a la deuda. 

A fin de evitar que otra tragedia semejante asolara a Europa se conformó la Comunidad Europea del carbón y el acero con el objeto de explotar conjuntamente aquellas minas de carbón y hierro que durante décadas habían sido motivo de disputa. El acero con el que años antes se habían fabricado armas fratricidas se empleó en adelante para reconstruir conjuntamente a una Europa que había quedado devastada por la guerra y así se reactivó la economía, se creó empleo y los europeos recuperaron la esperanza.

En el centro de la construcción europea siempre estuvo el hombre. Su objeto no fue solo una asociación comercial en busca del beneficio económico, sino fundamentalmente asegurar la paz y unidad de los pueblos porque solo mediante la paz se salvaguardarían los derechos humanos y la dignidad del hombre. Dignidad que se realiza y expresa en el trabajo, en la cultura, la filosofía, la ciencia y las artes mediante las cuales Europa siempre ha sido un referente para la humanidad.

El tecnicismo y la implementación de políticas económicas insensibles a las penurias que muchas veces ocasionan a los pueblos, no deben desplazar a la dignidad humana y a los grandes ideales que fundaron la Unión Europea. Los intereses financieros transnacionales no pueden imponerse a la expresión democrática y decidir el destino de los países.

La ciudadanía griega se manifestó democráticamente por un límite a los ajustes y un alivio a una deuda que la ahoga. Manifestó también su voluntad de seguir siendo parte de la construcción de una Europa que le debe filosofía, cultura y valores. Esa expresión debe ser oída porque para avanzar en la integración se requiere de una economía que vuelva a estar al servicio del hombre y asegure la unidad y la paz. 

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