24 de abril de 2023

La invasión de Rusia a Ucrania pone en riesgo el orden internacional basado en normas

 

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta la invasión a Ucrania, con la excepción del conflicto en la ex Yugoslavia en 1990, Europa había vivido en paz. Los compromisos para preservar la paz, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas de 1945, el Acta de Helsinki de 1975 y la Carta de París de 1990, habían resultado eficaces para resguardar la paz y resolver discrepancias en el marco del diálogo y del derecho internacional.

La anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 fue una grave violación a los compromisos asumidos y la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que en Europa se anexaba un territorio. Poco después estalló el conflicto separatista pro ruso en el Donbás al este de Ucrania, en la frontera con Rusia. Los acuerdos celebrados en Minsk, ciudad capital de Bielorrusia, en busca de hallar una solución pacífica al conflicto finalmente fracasaron. En 2022 Rusia reconoció la independencia de las repúblicas autoproclamadas de Luhansk y Donetsk y poco después invadió Ucrania en complicidad con Bielorrusia.

Con la invasión a Ucrania, Rusia ha violado el principio de integridad territorial. Lo hizo en 2014 cuando anexó la península de Crimea y nuevamente en 2022 al pretender anexar Luhansk, Donetsk, Zaporizhzhia y Jersón. Las presiones con que el gobierno ruso intentó impedir que Ucrania ingresara a la Unión Europea y el rechazo al ingreso de Ucrania a la Alianza Atlántica violan el principio de soberanía y de determinación de los pueblos ya que el gobierno y el pueblo ucraniano se manifiestan y luchan por integrar la Unión Europea. Con la invasión y anexión de territorios Rusia viola estos tres principios fundamentales del Derecho Internacional.

En la invasión ilegal e injustificada, Rusia ha lanzado ataques contra zonas pobladas, infraestructura crítica e incluso contra hospitales. Amnesty International y Human Right afirman contar con pruebas de que Rusia ha cometido crímenes de guerra. Cuando las tropas rusas se retiraron de Bucha, a pocos kilómetros de Kyiv, se halló evidencia de que se cometieron asesinatos masivos y torturas. Las tropas rusas también han lanzado ataques contra un edificio de la Cruz Roja y se conoce que recientemente han deportado niños. Las pruebas de todos estos crímenes cometidos por Rusia han sido suficientes para que la Corte Penal Internacional dictase la orden de detención contra el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin.

Todo hace suponer que Rusia busca expandirse hacia el oeste en busca de recuperar el espacio que ocupó en tiempos de la Unión Soviética o tal vez con la intención de recrear el Rus de Kiev avanzando por medio de la guerra santa a la que se refirió el Patriarca Kirill. Intenta hacerlo invadiendo descaradamente, sin observar las leyes y costumbres de la guerra e ignorando la Carta de las Naciones Unidas y los tratados en los que se funda el orden internacional.

Esta conducta contrasta con la iniciativa del Zar Nicolás II que en 1899 convocó a la primera Conferencia de Paz de La Haya en la que se adoptó el Convenio para el arreglo pacífico de las controversias internacionales y se creó la Corte Permanente de Arbitraje, primer organismo internacional para la solución de controversias que aún continúa en actividad.

Aunque Rusia interpreta la incorporación de estados del ex espacio soviético a la Unión Europea y a la Alianza Atlántica como una invasión a la su zona de influencia, y probablemente una de las razones por las que Rusia invadió Ucrania haya sido evitarlo, resulta evidente que las adhesiones de los países de Europa del este han sido voluntarias, adoptadas por regímenes democráticos, y con el apoyo manifestaciones populares.

Rusia, en cambio, no ha logrado crear con la iniciativa de la Alianza Euroasiática un proyecto alternativo que resultase atractivo y le permitiera recuperar su influencia. Muy por el contrario, ejerció fuertes presiones para evitar que Ucrania ingresase a la Unión Europea y en respuesta a ello se produjeron las grandes manifestaciones del Euromaidán que fueron una clara muestra de la adhesión que despiertan en el pueblo ucraniano los valores de la Unión Europea: la libertad y la democracia.

Lo que está en riesgo en este conflicto no son solo la libertad, soberanía e integridad territorial de Ucrania y la paz y estabilidad en Europa, sino el mantenimiento de un orden internacional basado en normas, la plena vigencia de la Carta de las Naciones Unidas y de los derechos humanos.

Resulta también evidente que en la actualidad las fronteras de muchos países no dependen de su poder militar para preservarlas sino de un orden internacional regulado por normas que sancionaría a cualquier Estado que intente modificarlas ilegalmente. Si Rusia lograse consumar la anexión del territorio ucraniano sentaría un peligroso antecedente porque el orden mundial ya no contará con los recursos para garantizar el respeto de las fronteras como lo ha hecho hasta ahora y en el futuro próximo muchos otros Estados se verán amenazados porque volverán las ambiciones territoriales, la desconfianza y la guerra en muchas regiones del mundo.


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